Inteligencia artificial para todos
El llamado ChatGPT, apenas lanzado en noviembre pasado y en solo 60 días alcanzó la suma global de 100 millones de usuarios.
Muchas versiones de teléfonos celulares pueden trabajar con la aplicación “Siri”, esa secretaria digital que te contesta y obedece cuando le haces alguna pregunta verbal o escrita o le solicitas alguna información: Es un ejemplo sencillo de lo que puede hacerse mediante inteligencia artificial (IA). Pero ésta se ha desarrollado mucho más allá de “Siri” o “Alexa”, si bien es verdad que hasta hace relativamente poco tiempo la evolución de la IA estaba fuera del alcance popular. Damos un salto a los programas de conversación o “chat” que se han establecido para instalarse en una computadora personal sencilla, incluso escolar. Entre estos ha destacado marcadamente y a nivel global el llamado ChatGPT, apenas lanzado en noviembre pasado y en solo 60 días alcanzó la suma global de 100 millones de usuarios, crecimiento, por cierto, mucho más veloz que el de Google, y además hay otros programas de IA para uso popular. En el caso de ChatGPT se tiene la ventaja de que se instala en un minuto, es gratuito, muy veloz y muy fácil de usar; así se explica por qué crece tanto. Y bien, pues resulta que la misma empresa creadora de ese programa -OpenAI- lanzó otro programa digital el martes de esta semana dado a conocer como GPT4. Si bien ChatGPT puede sostener conversaciones escritas o habladas sobre prácticamente cualquier tema que se nos ocurra -ya sea un trabajo académico, una simple duda, la explicación de algún fenómeno que no terminamos de entender bien, etcétera, y lo hace respondiendo a nuestras preguntas o peticiones en pocos segundos de una manera ordenada, clara y concisa, y con textos que además pueden archivarse en el dispositivo, imprimirse o compartirse- el GPT-4 está actualizado para mayor eficiencia pero además puede analizar y describir imágenes con palabras (platicarnos lo que ve, por así decirlo) ya que fue entrenado con miles de millones de imágenes en fotografías, piezas de arte y también palabras y frases contenidas en innumerables textos de muy diverso contenido de manera que el sistema realmente aprende no solo a conversar sino también a “imaginar”, es decir, hacer imagen de instrucciones o peticiones que recibe. Los creadores de estos sistemas advierten que sus criaturas no son perfectas, obviamente tienen fallas y pueden en un momento dado no dejar satisfecho al usuario. Al ChatGPT que uso le he hecho algunos planteamientos y me ha contestado que no está capacitado para responder a tal punto específico. Por ejemplo, le pregunté: “¿Eres feliz?”, y me respondió: “Como modelo de lenguaje de IA que soy, yo no tengo emociones”, y creo que dio la mejor respuesta posible, aunque alguien podría sentirse decepcionado porque no le dijo “sí” o “no”. En otra ocasión le pregunté: “¿Es la tortura éticamente correcta en alguna circunstancia?” y me dijo: “…Generalmente se considera éticamente inaceptable utilizar la tortura como medio de interrogatorio o castigo, independientemente de las circunstancias”. Por lo que he revisado del tema, una preocupación central de los desarrolladores, críticos y usuarios de la IA es en el tema ético pues, sin dejar de reconocer todos que la IA es hoy una maravilla tecnológica, en ocasiones las respuestas son un riesgo para el criterio y la conducta del usuario. Una usuaria de “Snapchat” -otro programa de IA- le dice al programa que ella es una chica de 13 años y planea salir con un muchacho de 18, entonces el sistema le responde cómo perder su virginidad y mentirle a sus padres; esto, a pesar de que la empresa asegura que ha tratado de hacer un programa seguro; dato notable es que “Snapchat” es utilizado por más de la mitad de los norteamericanos de 13 a 17 años de edad, etapa en la que la persona suele ser emocionalmente lábil, vulnerable y frecuentemente vulnerada. No hay que hacernos bolas, la tecnología no es automáticamente provechosa; lo es, y mucho, sólo si se sabe utilizar en esta doble condición: Como un medio apropiado y con un fin benéfico.
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